lunes, 7 de mayo de 2007

¡Qué bueno que viniste!

Aun recuerdo el día que me enteré de tu llegada. Fue un dia de septiembre. Las dudas, los miedos, las preocupaciones y, a su misma vez, la tremenda ilusión que senti en aquellos momentos eran realmente justificados.
Y entonces apareciste un día....
Y ese mismo día no tuve valor para cuidar de ti esa noche. Estaba asustado. No sabia en ese momento si iba a poder ser capaz de cuidar de ti. Pero lo hice y creo que bastante bien. Hasta el hecho de que deseaba oirte al otro lado de la habitación para correr a tu ayuda.
Ya se que hay padres que no se responsabilizan, que los hijos les estorban una vez consumada la separación con la madre. A mi me pasa al contrario, de buena gana te tendria conmigo cada dia.
No me permites que llore, no quieres que papá este triste. Me quitas las lágrimas con esas manitas y me dices "papá no llores".
Se me viene el mundo a los pies cada vez que tengo que dejarte, que tenemos que separarnos otra vez.
Nadie sabe lo que estoy pasando, nadie sabe lo que se siente. Lo único que pido es que jamás te olvides de mi. No quiero dejar de ser parte de tu vida y estar contigo en cada una de las decisiones que a ti te afecten.
Te quiero con toda mi alma. Gonimolilla, dime otra vez eso de: "papá te quiero..."

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